sábado, 5 de septiembre de 2009

MARUJA VIEIRA: VIVIR EN OLOR DE POESIA. Por Oscar Domínguez G.

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Bitácora derivada y complementaria a la de la TERTULIA WHITE
y a las de Robert Blake White , John Henry White , su bisabuelo,
a la de
Enrique Uribe White y a la de BERNARDO GONZALEZ WHITE .
Click en cada título subrayado para ir a ellas
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MARUJA VIEIRA: VIVIR EN OLOR DE POESIA

Por Oscar Domínguez G.

Por lo del Premio Erato (Oct. 29, 2009) , http://mvw-ntc.blogspot.com/2009_07_19_archive.html , para Maruja Vieira, agradecemos al autor el envío del texto, pues la fuente inicial: http://www.argenpress.info/nota.asp?num=017749 Cultura (Fecha publicación: 16/1/2005), que habíamos enlazado antes, hoy (Oct. 3, 2009) no responde.


La poeta manizaleña Marujita Vieira White es fruto de una mirada furtiva. Empezó a nacer cuando una niña de diez años, su madre Mercedes White Uribe, se enamoró a primera vista de un apuesto coronel conservador, Joaquín Vieira. Mi coronel, un godo de amarrar en el dedo gordo, decidió que la Guerra de los Mil Días no era el lugar adecuado para un joven liberal de 14 años, capturado en combate. Vieira le preguntó donde vivía y fue en persona a devolverlo a sus padres. Allí, a través de alguna rendija, lo descubrió la niña Mercedes, hermana del guerrero adolescente.

Cuando se conocieron finalmente, siendo Vieira alcalde de Frontino, Antioquia, la niña tenía 17 años. El coronel le llevaba 22 años y una guerra. Se casaron, no comieron perdices pero prolongaron su felicidad a través de los dos hijos del matrimonio, Gilberto, el eterno secretario general del Partido Comunista, y Maruja, 12 años menor.

El coronel-alcalde-combatiente, gerenció las rentas de Caldas y como tal importó al ingeniero que ideó la fórmula del Ron Viejo que nos uniformó el tufillo a millones de colombianos.

Mamá Mercedes, hija de Rita Uribe, tía del general Rafael Uribe Uribe, y del ingeniero inglés John Henry White (Juan Henrique, con hache, en la versión caldense), inauguró un matriarcado que siempre ha protegido a Marujita, una eterna joven de 85 años que ha sido exaltada por la “Fundación Mujeres de Éxito” como la ganadora en el renglón cultural con una propuesta de compilación temática de su obra “Los nombres de la Ausencia”, biografías poéticas (elegías las llamaba el fallecido crítico y marujólogo David Mejía Velilla) de talentos que la han marcado durante su andadura.

El galardón que le fue entregado en la Cámara de Comercio lo interpretamos los miembros de su furioso club de fans como un demorado reconocimiento a su prolífica vida y obra en el escenario de la cultura.

El 29 de octubre, la fundación Corporación Arte y Poesía, , de Sabaneta, Antioquia, a varios poemas de Medellín, le hará un reconocimiento a su vida y obra.

Dicho reconocimiento, bautizado ERATO, ha sido entregado antes a Juan Manuel Roca, Gustavo Álvarez Gardeazabal, María Mercedes Carranza, Juan José Hoyos, Mario Rivero, William Ospina y Germán Castro Caycedo.

Como mariposas amarillas, 100 mil copias de poemas de Marujita lloverán ese día desde un helicóptero sobre el Valle del Aburrá.



POESIA BAJO EL BRAZO



A los Vieira, negados para hacer plata, los millones se los dieron en poesía. En los primeros teterados y lecturas, la madre le fue señalando senderos literarios a su vástaga (cómo suena de feo el femenino de vástago).

Marujita fue comunista de tiempo incompleto. Pronto dejó la dialéctica de la hoz y el martillo para dedicarse a destinos en los cuales ha sido pionera.

A su hermano lo echaron del Instituto Universitario de Manizales por graduar a Jesucristo como el primer comunista. Hacia los 8 años, la niña Maruja entró en la diáspora y emigró con su familia en busca del sueño bogotano.

Como en la conservadora familia Vieira White se practicaba la religión de la tolerancia no es extraño que en su seno haya nacido el que sería el carismático líder del Partido Comunista, quien físicamente tenía más cara de activista del Opus Dei que de revolucionario. El propio Vieira reconocería que “hay godos decentes, tolerantes, respetuosos de las ideas de los demás”. Estaba biografiando a su padre con algunos adjetivos. Él mismo fue un taita chévere que levantó a su prole con letra de los Beatles, no de Marx.

No solo en mamá White sino en su abuela tuvo a su coronel Aureliano Buendía que enriqueció la imaginación de la pequeña. La dote de estas dos grandes mujeres incluyó una capacidad única para el perdón que Maruja considera “fundamental para resolver las situaciones de violencia”.

Así lo entendieron madre y abuela que habían perdonado a Galarza y Carvajal, los asesinos del general Uribe Uribe, tío abuelo de la poeta. Una matrona paisa, prima suya, Gabriela White de Vélez, madre de la ministra de Educación, Cecilia María Vélez, fue asesinada en cautiverio. Como los White tienen el palito para perdonar, Cecilia María respondió al sacrificio de su progenitora metiéndola toda por la educación en Bogotá durante el gobierno de Mockus, y ahora bajo la batuta del presidente Uribe.

En el madrugador menú cultural de la joven Maruja figuraban visitas al Congreso de la mano de su madre. Allí escuchaba a los grandes oradores. Estuvo en la histórica sesión en la que el senador caucano Francisco J. Chaux demolió con su oratoria a Laureano Gómez quien sufrió un infarto en plena velada parlamentaria.



AMOR POR CORRESPONDENCIA



Para que se vea que la magia en su acepción de poesía ha dominado la vida de Marujita, digamos que se enamoró casi por correspondencia de quien sería su esposo, el poeta José María Vivas Balcázar. Estando en Caracas –una de las ciudades que ha frecuentado esta mujer de ciudades como la bautizó la poeta Gabriela Arciniegas- escuchó algún verso de Vivas. Se enamoró del autor sin conocerlo, siguiendo el hilo de Ariadna de sus poemas que le enviaba su paisano Otto Morales Benítez. “¿Te acuerdas, Otto?”, le preguntó una noche, lágrima furtiva en mano, durante una solemne sesión de la Academia de la luenga lengua.



Y para que el azar –uno de los nombres que los ateos le tienen a Dios- hiciera lo suyo, la pareja que ya se adivinaba como diría la letra de algún bolero, se encontraría después en una velada cultural en Cali. El resto lo hizo la carpintería del amor que se prolongó en la hija del matrimonio, Ana Mercedes, su colega, cómplice y hermana siamesa. Si usted ve a alguna de las dos sola en un sitio, en cuestión de segundos aparecerá la mancorna. Van siempre solidarias, como el punto y coma.

El poeta Vivas, en palabras de su mujer era “el eslabón perdido entre el hombre y el arcángel”. Vivas madrugó a viajar a la “ignota lontananza” dejando a Maruja viuda y embarazada de Ana Mercedes. Pero ella decidió que una epístola es suficiente y les dijo no a varios encopetados aspirantes a compartir con ella sueños e insomnios. Explicación de su proclamada eterna soltería: “En el cálculo de probabilidades nadie puede encontrar dos veces la perfección”, según le confió a Myriam Bautista G. para su libro “Palabras de los mayores”, que no le he devuelto a su legítima dueña.



INDEPENDENCIA GRITA



Maruja escogió dos disciplinas para dar su grito de independencia como mujer: la mecanografía y la taquigrafía que la hicieron eficiente secretaria bilingüe hasta cuando Jack Glottman, un jefe visionario, al evaluar su comportamiento en los sucesos del 9 de abril en la Bogotá de 1948, decidió que su funcionaria tenía cuerda para más altos destinos y la elevó a la dignidad de consejera cultural.

Desde los 16 años empezó a escribir en los diarios El Espectador y El Tiempo. ¿Que hay que jalarle a las relaciones públicas? Va pa’esa. Con Andrés Samper estuvo en la fundación de la primera cofradía de relaciones públicas, materia que ha enseñado en las universidades Central y La Sabana de Bogotá.

Autoditacta, como su fallecido hermano Gilberto, reconoce en la docencia su gran vocación. Cuando habla o calla, está enseñando literatura universal o colombiana, o periodismo cultural.

No ha pedido permiso para tomarse las cosas por asalto. Se aburrió de que las mujeres se dejaran marginar. “Las prohibiciones nos las imponemos”, ha dicho. Entonces se convirtió en una silenciosa pero efectiva activista de los derechos de las féminas. Se la reconoce como una de las luchadoras para que sus colegas de tacón alto accedieran al voto.

También fue de las primeras, junto con Elisa Mujica, importada de Bucaramanga, en renunciar a la dictadura del croché y la cocina para empezar a trabajar en oficios entonces escriturados al “varón domado”.

En un tiempo en que sólo los hombres echaban cháchara en los cafés literarios del centro bogotano (el Automático, Asturias, Terraza Pasteur, el de los piedracielistas), la manizaleña decidió en compañía de amigas como Emilia Pardo Umaña, Cecilia Fonseca, la artista venezolana Sofía Imber, que la cultura y la tertulia eran demasiado serias para dejársela solo a los hombres. Y sus voces se hicieron escuchar en esos escenarios masculinos donde la contraparte eran personajes de la talla de Luis Eduardo Nieto Caballero, León de Greiff, Enrique Liévano... García Márquez empezaba a asomarse.

Como la vida es para vivirla donde se presente, desde 1991 Maruja – ensayista en sus ratos de ocio- ingresó a la Academia Colombiana de la Lengua donde ocupó la silla de Gerardo Valencia. Es correspondiente de la Real Academia Española.





UNA FORMA DE VIVIR

De su poesía traducida al inglés, francés, griego, húngaro y gallego, escribió David Mejía Velilla:

“Esta poeta nos ha permitido llegar a su propio mundo, su universo incomunicable que, no obstante, ha cumplido el destino y ha vivido el misterio de la comunicación al entregarnos el poema, contenido de su alma, contenido de su amor, fruto de su árbol del bien y del mal, quiero decir, de la Sabiduría: fruto de su territorio interior, de su mar, de su isla, de su aire, de su savia, de su sangre. Dime a quién amas y te diré quién eres, cómo eres. Dime a quién amas y te conoceré plenamente y recibiré la comunicación de tu amor y te amaré yo también y amaré a tus bienamados”.

Ignacio Ramírez Pinzón, el recordado director de Cronopios, comentó que ella “renovó de alguna manera el romanticón, melifluo y juliofloresco ambiente de la patria boba”.

Livia Stella Mello: “Su estilo, unas veces arrogante y otras veces tierno, es el termómetro de una vida que se pasea airosamente por ese vasto campo de la lira poética”.

Álvaro Sanclemente (“basta decir ‘amigo’ para sentirte cerca”): “En Maruja Vieira la poesía es una imperiosa e ineludible urgencia de vivir”.

Para Marujita Vieira “la poesía es como el aire y la luz, está en todas partes y a ella le corresponde el deber y la obligación de embellecer los conceptos y la libertad de lo que toca. A los poetas nos corresponde crear y conseguir un eco y no solo crear poesía sino vivirla y aplicarla...”.

Da gusto oírla leer sus poemas. Pero no se deja graduar de declamadora. Prefiere evocar a su admirada Bertha Singerman, otro sueño que convirtió en realidad: oyó a la Singerman por primera vez cuando tenía 11 años. Luego se hicieron amigas.

Maruja nació para vivir en olor de perpetua poesía. De su sensibilidad han salido libros: como Campanario de lluvia, Los poemas de enero, Poesía, Palabras de la ausencia, Clave mínima, Mis propias palabras, Tiempo de vivir y Sombra de amor. Con su obra demuestra que ha vivido a, ante, bajo, cabe, con, de, desde, en.entre hasta, para, por según, sobre, y tras la poesía.

Un botón de muestra de su inspiración es su poema “Todo lo que era mío” recogido por Rogelio Echavarría en su “Antología de la poesía colombiana”:



TODO LO QUE ERA MÍO



Todo lo que era mío:

La clara voz del padre y el eco de sus pasos,

Despertando la infancia.

Las manos de la madre,

Con su cálido estigma de ternura

Sobre la tinta fresca de las cartas.

El rostro del hermano,

ya copiado en el hijo con ríos y cometas

y una lámpara nueva junto a la vieja lámpara.

Mis libros, mi silencio,

La armonía brumosa de las calles,
el parque con su hierba de domingo,

La puerta musical de Santa Eulalia.

La mano conocida, la palabra prevista,

La quietud del encuentro con lluvia en los cristales.

Simple, sencillo, tierno,

¡todo lo que era mío se me quedó tan lejos!